María es un naranja aventurero, explorador,
con mochila, botas y prismáticos. Un naranja de un día cualquiera de abril en
la montaña. Una mezcla de amarillo y rojo pendiente de investigar, difícil de describir.
Miguel es un azul líquido y transparente
como el agua de un lago en un día intempestivo del verano. Es un azul grisáceo como la niebla pero que no
transmite frío, como ocurre con la gran mayoría de los azules. No es un azul
inquieto ni tenso como podría ser un verde pistacho ácido. Por el contrario es calmado y sereno, es un
azul que discurre y que es más oscuro en sus desconocidas profundidades.
Gabriel es un verde intenso pero no
chillón, es profundo y misterioso como el interior de un bosque muy extenso y
sin explorar. Es un verde como las agujas de pino, con el resquicio azulado de
los abedules.
Bosques altos que incitan a pensar, bosques
algo fríos que recuerdan a octubre y acerca de los cuales se podría escribir un relato.
Vicky es un color miel, un marrón dorado
como el que te imaginas al evocar los campos de la Toscana o un paseo por un
parque en pleno otoño una tarde soleada. Sin embargo, no es un dorado quieto,
sino plenamente activo, como quien controla lo que hace y lo hace sin detenerse
más de lo necesario.
Marta es un color pastel, tal vez rosa
salmón, un azul cielo o color canela. Es un color que no ves a tu alrededor pero
que en seguida encontrarás en las primeras páginas de un libro de cuentos. Es
un color infantil, risueño, gracioso, pillo, a veces seco, con rabietas
frecuentes pero con un dulce corazón.
Paula es un morado dinámico, alegre,
juguetón, explosivo, inquieto, ansioso, brillante. Un morado que recuerda a la
gorra de un pintor, a la chaqueta de un cantante o a la vibrante carpa de un
circo. Un morado con personalidad, único, emotivo, intenso, distraído y
animoso. Es pop, es una canción de los ochenta, es una voltereta, es un globo
que vuela, el morado es a la vez el lila del amanecer y el del terminar del día.
Valentina
es el color rosa brillante, un rosa femenino que recuerda a una canción, a los
pétalos de las flores, a los vestidos de tus muñecas o a tus zapatos favoritos
de la infancia. Es un rosa apasionado, que no pasa desapercibido, alegre y
dulce, en movimiento, espontáneo, vivaz, como una vuelta en mitad del baile.
Cálido y fresco al mismo tiempo, una ráfaga de viento veraniego.
Olga
es un azul turquesa muy clarito con una pizca del verde de las briznas de
hierba más tiernas. Es un color suave como el viento, libre como el vuelo de un
ave, un color que te acaricia con mimo, refrescante y animoso. Es ese azul
verdoso que sientes al pensar en la primavera, un tono que discurre tranquilo,
una nota que resuena cantarina en el silencio, es el color de mirar con agrado
las cosas bonitas.
Carla
es un amarillo anaranjado, es de un color que me lleva a pensar en una tarde
colorida del final del verano, en una fiesta de cumpleaños, en las notas del
estribillo de una canción, en las luces que se encienden en las calles cuando
aún el sol no ha terminado de irse. Es un color que inspira y relaja, un tono
divertido, jovial, risueño, ameno…Un naranja vitamina y un amarillo suave que
se mezclan a la perfección.
Sara
es un lila precioso. Un lila suave y blando, como si lo hubieran pintado con
acuarela en algún lugar del cielo. Es un moradito delicado y silencioso, que
esconde risas y una reserva de diversión. Recuerda a un violín afinado, a un
dibujo hecho con calma, a un lazo bien anudado, a la sensación de tener algo
recién terminado con un resultado armonioso y brillante.
Jorge
es un granate intenso que te envuelve, un rojo sangre que a veces adquiere el
clasicismo de un castaño oscuro. Un granate que evoca voluntad, valor,
sentimiento, comprensión, energía no ansiosa; un granate de otoño, una melodía
grave y pulida, una reliquia de madera, objetos que no encuentras con
frecuencia y que poseen una belleza que perdura.
¿Y yo? Quienes ven en mí colores dicen que soy un azul clarito... (C o n t i n u a r á . . .)