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jueves, 14 de junio de 2012

La cuentacuentos

(...)Una vez mas, la pequeña Cassandra sube la cuesta adoquinada hasta la Plaza de Les Lumières, arrastrando los bajos desgastados de su abrigo de terciopelo granate por los cantos rodados que forman, organizadamente, el suelo de la calle. Corre, como siempre, intentando que no se escapen los minutos que la separan de las 5 en punto. Se dirige alli, como el resto de niños del pueblo, para escuchar las historias de la ''Cuentacuentos'', una vieja anciana contadora de historias, cuentos entrañables y leyendas intrigantes. A la Cuentacuentos solo la han visto separarse de su banco, debajo del almendro, para dar de comer a las palomas. Sonrie a todos los niños, pero jamas se la ha visto hablar con algun adulto. Parece que disfruta con la soledad, no necesita mas amigos que los pajaros y las hojas apergaminadas de sus libros. Aunque distante y misteriosa, siempre deja que los niños se arremolinen, ensimismados, a su alrededor, a escuchar historias de caballeros, dragones, brujos y hechiceros, hadas y secuestradores, detectives, ladrones, piratas, animales y duendes. En sus casas, los niños dejan aparcada la merienda, los deberes sin terminar, pasan de largo el parque, abandonan su cartera en el patio de la escuela..corren para no perderse el principio de la historia. Cassandra llega y arroja su abrigo sobre el suelo pedregoso, se tapa las rodillas con el vestido y deja su bocadillo como almuerzo de las urracas y los gorriones. Las cinco en punto, y un ambiente magico se apodera de todos los que se sientan en el suelo, a los pies del banco, hechizando las miradas atentas bajo la copa del almendro. Suaves y melodiosas palabras brotan de los labios de la vieja Cuentacuentos, sosteniendo sobre sus manos de porcelana el libro que parece darle vida. Sus agiles manos pasan las ajadas paginas y los minutos pasan lentamente como si les diera pena que acabara el capitulo. La tinta de los libros de cuentos corre por las venas de cada uno de los niños, los protagonistas amenazan con desaparecer, las princesas son rescatadas por valientes principes, las brujas acechan con manzanas embrujadas... Las seis en punto, la campanada del reloj sobre lo alto de la torre de Les Lumières envenena el aire, rasgando todo el encanto del momento y recordando a los niños que han de volver a sus casas, acabar la merienda, terminar las cuentas del cuaderno de matematicas, recoger los juguetes tirados por el suelo, volver a la vida real. Los niños se van perezosamente y Cassandra se aleja pensando en la Cuentacuentos, contruyendo en su mente el final del intrigante capitulo, que se ha quedado a medias, a espera de la campanada de las cinco en punto del dia siguiente, y a merced de las palomas que rodean el almendro queriendo saber el destino del protagonista.



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