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martes, 1 de mayo de 2012

El misterio del rompecabezas

"Érase una vez, una señora vieja, muy muy vieja, que vivía al norte de Transilvania. Era una anciana menuda, de cabello largo y canoso, con la tez tan fina y pálida que le daba un cierto aspecto..'vampírico'. Sus manos eran extremadamente delicadas, delgadas y gélidas como escarcha, pero muy ágiles. Su pasatiempo favorito, al cual estaba adictivamente entregada, era el de resolver rompecabezas. Pasaba mucho tiempo resolviendo enormes puzzles de millones de pequeñas piezas. Era una mujer constante, y aunque la gente huía de ella por su aspecto distante y tenebroso, los pocos que la conocían sabían que era muy inteligente, astuta y solo a veces, un tanto vanidosa. Una tarde fría y oscura, con unas enormes nubes grises y amoratadas que parecían ser el preludio de una fuerte y estrepitosa lluvia, la vieja decidió volver a su casa antes de tiempo, decidida resolver el nuevo puzzle que tenía pendiente para resolver hacía unos cuantos días. Entró en su pequeño caserón y se acomodó en una silla de madera; se arremangó y se concentró en el rompezabezas que le esperaba desparramado encima del mantel de la mesa, ahí frente a ella aguardando a ser recompuesto. Era uno de los más difíciles que se le habían presentado; además, la anciana tenía la dificultad de no saber la imagen final del puzzle. Sin embargo, la vieja era una incansable luchadora, y cualquiera hubiera adivinado que no se movería de su silla hasta haberlo terminado. Se afanó en la ardua tarea y no levantó la vista durante varias horas. La lluvia no amainaba y la noche estaba más oscura que ningún otro día del año. Serían las cuatro de la mañana y la vieja estaba terminando, al fin. Horrorizada, la vieja contempló que la imagen que se formaba ante ella, en forma de pequeñas piezas que encajaban, era la de su propia habitación. La situación la asustaba, pero sus ansias de terminar lo empezado la empujaron a continuar. En la habitación reinaba un silencio atronador y un frío sepulcral. Siguió colocando piezas con avidez y descubrió, para su sorpresa, que en el centro de la imagen se formaba una mancha oscura y encorvada...era ella misma, con su túnica gris cubriéndole la espalda. Sus músculos se agarrotaron y su respiración se tornó desacompasada y lenta. Solo quedaban cuatro piezas y la vieja, que de cobarde no tenía un pelo, las colocó en orden. Encajaban a la perfección y el puzzle estaba ya resuelto. La anciana sofocó un grito de pavor al colocar las piezas: el hueco que había antes quedó rellenado con la imagen de la ventana, en la que aparecía la cara de un loco, con el pelo desgreñado y los ojos fuera de las órbitas, con un cuchillo en la mano derecha, agarrotada en un puño...La vieja sólo pudo escuchar un chasquido de cristales mojados en el suelo de su habitación... "

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